Debíamos estar equivocados todos los valdesanos. Los teníamos delante y no nos dábamos cuenta de que los árboles eran un peligro para la seguridad y nos quitaban la luz del sol.
Poco le importa al equipo de gobierno de PSOE-IU y URAS que la economía del concejo cotice en sus horas más bajas, o que la Casa Consistorial, pese a haber finalizado las obras hace ya más de dos meses, continúe cerrada a cal y canto, sin que nadie se explique qué es lo que tanto tienen que esconder dentro de ella.
Se ha llevado a cabo un diagnóstico de la situación, se ha contado con la opinión de técnicos y especialistas en la materia y al parecer los problemas de Valdés se solucionan talando, podando, descuajando o cortando todo elemento que amenace la tranquilidad pública municipal luciendo una inocente hoja verde.
Hace unos meses, un ejemplar de acebo situado tras el edificio del consistorio era trasladado inopinadamente a las curvas del Zurraco y un ciprés caía víctima de las motosierras. Semanas atrás en la Playa de Otur, la brigada de obras convertía en leña los árboles y arbustos de las zonas verdes. Y ahora, los magnolios de la plaza más céntrica de Luarca sufren la furiosa fiebre arboricida, en una actuación que tiene poco de proporcionada, mientras el concejal de obras empieza a mirar ya con ojos rencorosos a las populares palmeras del Herrero.
El ciudadano de a pié hace cuentas que desde el lunes día 27 casi toda el personal de obras del Ayuntamiento está en la Plaza, también los camiones, las furgonetas, un ingeniero y el inevitable concejal del ramo o, más bien, de la rama.
Invertirán sin duda mucho personal y mucho tiempo en su lucha infatigable contra los magnolios: ¡Ese gran problema municipal!
Entre tanto, miles de kilómetros de caminos, calles y espacios municipales de uso ciudadano, necesitados de urgente atención, quedan esperando a que los árboles dejen de dar problemas.
CALEYANDO POR VALDÉS 