Necesitamos más jefes

 

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Artículo de Inaciu Iglesias en El Comercio

No lo voy a negar: soy jefe y me gusta. Me gusta mucho. Creo que ser jefe es la mejor profesión del mundo. Y ya sé que, diciendo esto, muchos se sonreirán y pensarán “no te fastidia; así cualquiera: ganando un pastón, trabajando solo cuando te apetece y sin tener que aguantar a nadie que te diga lo que tienes que hacer…”. Pero no. No es por eso. A mí me gusta mi oficio porque, siendo jefe, puedo crear, puedo diseñar y puedo fabricar el mejor producto del mundo; el producto que más gente demanda ahora mismo: el producto estrella de nuestro tiempo. ¿Y qué producto es ese? Pues el trabajo; hombre, el trabajo: el trabajo simple y llanamente.

Y es que –admitámoslo- ahora mismo lo que más necesitamos es trabajo. Lo necesitamos mucho. En concreto, en nuestro pequeño y verde país, necesitamos unos cien mil empleos; que es –aproximadamente- el número de asturianos que quieren trabajar y no encuentran cómo. Y para encontrarlo lo que nos hace falta es gente que pueda diseñarlo, que pueda fabricarlo y proporcionarlo. Y, haciendo un cálculo un poco por encima, nos sale que la media de personas empleadas por empresa viene a ser de doce; lo que quiere decir que –matemáticamente- necesitamos unos ocho mil creadores de empleo. Eso es lo que más necesitamos en Asturies ahora mismo: ocho mil emprendedores, ocho mil empresarios nuevos, ocho mil jefes más. Los necesitamos como el comer. Sí. Eso es incuestionable… Pero ¿Los queremos? Pues no. No los queremos en absoluto.

En Asturies no queremos nada a los empresarios: no los cuidamos, no los entendemos y no los sabemos atraer y, cuando están aquí, tampoco los sabemos retener. Miren, si no, nuestra reacción cuando una multinacional amenaza con deslocalizarse. Nos parece mal. Nos indigna que hayan ganado dinero. Nos indigna más todavía que digan que lo pierden. No nos fiamos de ellos. Nos sentimos estafados. Les cobramos más impuestos que nadie y les echamos en cara todas las subvenciones y ayudas que obtuvieron y, en definitiva, los acabamos despreciando. ¿Quiere eso decir que a los que se quedan y nunca amenazan con marcharse los tratamos mejor? Pues no. A los que se quedan los tratamos igual de mal: nos indigna que hayan ganado dinero; nos indigna más todavía que digan que lo pierden; no nos fiamos de ellos; nos sentimos estafados; les cobramos más impuestos que nadie y les echamos en cara todas las subvenciones y ayudas que obtuvieron; y, en definitiva, los acabamos despreciando.

¿Y saben por qué pasa todo esto? Pues, en pocas palabras, porque muchos de nuestros gobernantes no creen en el libre mercado. No saben jugar en un entorno limpio. No saben competir. Están tan acostumbrados a conseguir las cosas por obligación, por concesión o por enchufe, que no saben hacerlo de otra manera. Pensemos, por ejemplo, en los impuestos. Cada comunidad plantea sus propios impuestos y a mí no me parece mal. Yo creo en la libre competencia. Pero, claro, para que haya libre competencia es imprescindible que exista libertad de decidir entre distintas opciones. ¿Y qué pasaría si los asturianos pudiéramos decidir libremente entre este modelo impositivo y otro? Pues, efectivamente: que, en condiciones de libre competencia, el modelo asturiano no se sostendría. Nadie lo escogería. Por eso muchas empresas se acaban marchando y por eso muchos de nuestros gobernantes no saben qué hacer. Porque no saben atraer, convencer ni vender en un entorno libre. Solo saben obligar. Por decreto. Porque sí. Porque no nos ven como ciudadanos libres. No. Nos ven como contribuyentes, como súbditos y como sospechosos.

Y por eso pasa lo que pasa. Les pongo un ejemplo: una empresa normal que está dando trabajo a unas cien personas con una maquinaria y unas instalaciones valoradas en unos doce millones de euros ¿Saben cuanto debe pagar para poder seguir funcionando y creando empleo cuando se mueren sus propietarios? Pues depende. En Cantabria, setenta euros. Ya ven: nada. En la mayoría de las comunidades españolas, unos seis mil euros. Bueno, es aceptable ¿Y en Asturies? Agárrense: ciento cuarenta mil euros. No tengo más que añadir: ésa es la manera que tenemos de tratar aquí a los creadores de empleo.

Pero, eso sí: cuando se mueren, les hacemos unos homenajes de tres pares.

Inaciu Iglesias

Presidente de la Comisión de Economía de FORO

Publicado en El Comercio, 8 de enero de 2014

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